lunes, 27 de febrero de 2017

Sucedió en Venecia


Nunca podré olvidar aquel 24 de Febrero.

Como cada año, Erik y yo solíamos ir al carnaval de Arujo -conocido como “La Venecia Extremeña”- situado a unos escasos cuatro kilómetros de nuestro pueblo. Estos dos municipios están unidos por una carretera que atraviesa un frondoso pantanal, del que se dice que está embrujado. Siempre me consideré una persona racional, hasta esa fatídica noche.

A las 18:30 sonó el timbre, era Erik, como siempre llegaba diez minutos antes. Erik era un vecino mío que tenía síndrome de Down, cuestión que nunca me importó; era una persona muy inquieta y llena de vitalidad, cada segundo pasado con él valía el doble. Recuerdo su entusiasmo y su forma de ver la vida, tan diferente a la mía, como si perteneciésemos a otro planeta. A pesar de ser tan diferentes nos entendíamos muy bien por el hecho de ser vecinos y conocernos de toda la vida.

En cuanto terminé de arreglarme, nos fuimos a Arujo. Nos llevó el novio de mi hermana mayor y una vez allí quedamos a las 23:00 para que nos trajeran de vuelta, pero por desgracia mi hermana se puso mala y se regresaron antes. Supongo que este fue el inicio que desencadenó todo lo que vino después.

La tarde transcurrió con normalidad. Nos juntamos con unos amigos del instituto que eran de ese pueblo. Vimos el desfile, tiramos dardos en los puestos, participamos en las tómbolas, etc. En definitiva, pasamos muy buena tarde y nada nos dio indicios de lo que estaba por venir.

Cuando llegó la hora acordada, nos despedimos de nuestros amigos y caminamos hacia el punto de encuentro. Una vez allí estuvimos un buen rato esperando a mi hermana y ésta no aparecía. La llamé unas cuantas de veces y no cogió el teléfono. Erik se dio cuenta de que me estaba poniendo nervioso ya que sin mi hermana no teníamos forma de volver a casa. Al rato sonó el teléfono, era ella. Por lo visto le había sentado mal la cena y regresaron antes, sin avisar y dejándonos tirados.

Pasamos un buen rato decidiendo que hacer. Erik quería que pasáramos la noche de fiesta en la carpa pero yo me negué porque al día siguiente tenía que terminar el relato para la clase de literatura. Tras mucho debatir, decidimos regresar a casa andando. Erik no estaba de acuerdo al principio, pensaba que era una locura y sería mejor que esperásemos pero como me vio tan decidido a marcharme solo, decidió acompañarme. Encendimos las linternas de nuestros teléfonos y comenzamos el camino.

Al principio el trayecto transcurrió con normalidad, algunos coche solían pitar, supongo que querían hacer la gracia o los conductores estaban borrachos. Conforme avanzábamos por la carretera, nos dimos cuenta de un fuerte olor proveniente de las marismas. Cuenta la leyenda que durante las noches de verano suceden cosas misteriosas entre esas aguas milenarias. Los dos sabíamos esto, pero no creíamos en tonterías. Que ilusos fuimos.

Más o menos a la mitad del trayecto nos dimos cuenta de que hacía un buen rato que no pasaba ningún coche. Era una sensación de soledad muy extraña que unida con el sitio, la oscuridad, el ruido de las aguas y el susurro de las hojas, causaba horror y espanto. Erik vio mi cara de terror y me dijo que me tranquilizase que ya faltaba poco. Le hice caso, intenté pensar en el relato que tenía que escribir cuando de repente todo empezó.

Escuchamos un grito agudo que provenía de entre los arboles y echamos a correr. Cuanto más corríamos, más cerca nuestro sonaba. Erik se paró en seco, me miró a los ojos y acto seguido corrió hacia el pantano. Al principio dudé pero cuando me quise dar cuenta ya estaba dentro del pantano corriendo detrás de él. Aquel grito era cada vez más insoportable, señal de que estábamos cerca de la cosa que emitía ese sonido. Seguimos corriendo hasta que Erik se paró en seco, habíamos dado a parar a una especie de laguna. Justo en el centro emergía de las profundidades una luz cegadora que resaltaba en la oscuridad de la noche. Me encontraba tan asustado y fascinado a la vez por lo que estaba viendo que no me di cuenta de que ya no se escuchaba aquel grito.

Miré a Erik y la sensación que transmitía su rostro me dejó helado. Estaba nervioso, pero a la vez exaltado, como si supiese lo que iba a pasar y llevase tiempo esperándolo. Le agarré del brazo y le insistí en que nos fuéramos pero no obtuve respuesta, entonces le volví a agarrar y tiré de él pero era como si estuviese clavado en el suelo. Lo intenté de nuevo, esta vez con más fuerza, pero lo único que conseguí fue caerme al suelo. Le supliqué que volviese en sí, que regresáramos a casa, pero no se inmutaba, era como una estatua inerte.

De repente, la laguna se embraveció originando olas como si fuesen movidas por un huracán. Del cielo apareció una luz cegadora que impactó en la luz subacuática. Parecía una especie de portal que conectaba dos mundos. Aquel grito insoportable apareció de nuevo, esta vez más intenso, parecía que me iba a explotar la cabeza. Cuando quise reaccionar ya era demasiado tarde, Erik estaba nadando hacia el portal. Grité inútilmente con todas mis fuerzas que se detuviese pero no me hacía caso. Nadé hacía él, pero cuando le di alcance Erik ya estaba dentro de la extraña luz. Me abalancé hacia él y fui despedido por los aires por una extraña fuerza, golpeándome la cabeza con una roca. Lo último que recuerdo, antes de perder el conocimiento por la conmoción del golpe, fue la visión de una extraña criatura descendiendo por el torrente de luz.

Desperté dos días después, tras examinar detenidamente la habitación supuse que me encontraba en un hospital. Me dolía mucho la cabeza pero lo que más me preocupaba era Erik.

Mi familia entró en la habitación. Estaban muy preocupados, sobre todo mi hermana que me pidió mil veces perdón por dejarme tirado. Me contaron que fui encontrado entre los juncos del pantanal por un grupo de guardias civiles. Les pregunté por Erik, dónde se encontraba, si estaba bien. Nunca olvidaré su reacción.

No sabían quien era Erik. No me lo podía creer, supuse que era una broma y seguí insistiendo pero cada vez estaban más preocupados. Les expliqué que vive dos casas a la izquierda de la nuestra, es más, ha estado mil veces en casa e incluso le dije a mi hermana que ella misma le llevó a los carnavales con nosotros, cómo es posible que no le viese en el coche. No obtuve respuesta.

Mi madre, asustada, llamó al doctor. Cuando entró en la habitación me explicó que tenía una conmoción cerebral debido a un fuerte golpe en la cabeza y que al principio es normal estar desorientado. Me puse como una furia, no eran alucinaciones causadas por un golpe, Erik era real y nadie me creía. Me levanté y salí corriendo por el pasillo hasta que me sujetaron y me inyectaron un sedante. No volví a hablar durante toda la estancia en el hospital.

Nada más salir me dirigí a la casa de Erik, no podía más con esta angustia, pero al llegar todo fue a peor. La casa estaba abandonada como si nadie la hubiese habitado en años. Aquello me enloqueció por completo, no tenía respuestas a lo que pasaba, nadie conocía a Erik, ni mis amigos del clase, ni nadie en el pueblo, además me atormentaba lo ocurrido en la laguna.

Han pasado cinco años y desde entonces vivo recluido en mi habitación. Mi vida no es la misma desde aquellos carnavales. En el pueblo soy visto como un parásito al que todo el mundo señala y mi cabeza es un continuo volcán en erupción de pensamientos y preguntas sin respuestas que me consumen.

¿Quién era Erik?. ¿Qué sucedió en aquella laguna?.

5 comentarios:

  1. Me ha gustado bastante, ya que es una historia muy diferente a las demás que he leído de otros compañeros :)

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  2. Me ha encantado Isma, un abrazoo y sigue así.

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  3. Hola Ismael, tengo por manía cuando comento a mis compañeros hacer comentarios críticos pero contigo me ha pasado algo que hasta ahora no me había pasado y es que quiero leer más, quiero saber más sobre tus historias porque eres un gran escritor. Soy aficionada a la lectura y esas que tienen historias de intriga, sucesos, no es lo mío pero desde luego, me has hecho cambiar de opinión. Felicidades y gracias. Un saludo.

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    1. Hola Arantxa!
      Me has dejado literalmente sin palabras, muchas gracias por tu comentario. La verdad no creo que sea para tanto pero sinceramente me gusta leer estos comentarios tan motivadores.
      Te animo a que entres a menudo al blog y leas mis entradas y a que me recomiendas (si lo crees oportuno) al resto de compañeras.
      Muchas gracias de verdad. Un saludo, Ismael.

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